sábado, 30 de marzo de 2013

Los retos del Foro Social Mundial de Túnez 2013




Los retos del Foro Social Mundial de Túnez 2013


Gustave Massiah…        




El Foro Social Mundial (FSM) de Túnez, que tendrá lugar entre el 26 y el 30 de marzo de 2013,

será una oportunidad para la convergencia de los movimientos sociales y ciudadanos que

inscriben su acción en una perspectiva altermundialista. Partiendo del análisis hecho por los

propios movimientos, el FSM ofrecerá la oportunidad de pensar la evolución de la situación

mundial, haciendo hincapié en la manera de reforzar el proceso al servicio de los movimientos

sociales y ciudadanos, de sus movilizaciones, de sus luchas y de las alternativas que traen

consigo.

Entre las cuestiones que se pondrán sobre la mesa, se pueden citar la evolución de la situación

mundial, la estrategia de los movimientos, la evolución de las primaveras árabes, el nuevo ciclo

de luchas y de revoluciones y la evolución del proceso de los foros sociales mundiales.

Los movimientos y la evolución de la situación mundial

El FSM de Túnez permitirá que los movimientos confronten, a partir de sus situaciones, sus

apreciaciones sobre la evolución del estado del mundo. Pese a la profundidad de la crisis, la

burguesía financiera sigue todavía en el poder y la lógica dominante sigue siendo la de la

financiarización. Pero la mundialización está evolucionando, y sus contradicciones aumentan

hasta el punto de que se está traduciendo en una diferenciación de las situaciones de las

distintas regiones del mundo: una suerte de deriva de los continentes. Cada gran región

evoluciona con dinámicas propias, y los movimientos sociales aspiran a adaptarse a estas

nuevas situaciones. Finalmente, esta evolución modifica las condiciones de la convergencia de

los movimientos.




En Latinoamérica, los regímenes desarrollistas ponen en funcionamiento políticas postneoliberales,

unas políticas que para nada son anticapitalistas y que combinan servicios al

mercado mundial de capitales y políticas sociales con ciertas dosis de redistribución. Por

consiguiente, tales políticas traen como consecuencia una forma de banalización del

altermundialismo y la fragmentación de los movimientos sociales. En Asia, existen alianzas

entre burguesías estatales, nacionales y mundializadas. Como en Latinoamérica, ello abre un

interrogante sobre el papel de los movimientos sociales de las nuevas potencias que llamamos,

a falta de mejor nombre, “países emergentes”. En estas dos regiones, el movimiento social se

organiza alrededor de trabajadores en lucha por sus derechos y por sus salarios, unos

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trabajadores que a veces optan por alianzas específicas con la burguesía estatal, pues ésta

controla una parte del aparato productivo.

En Oriente Medio, el nuevo ciclo de luchas y de revoluciones desemboca en un periodo de

fuertes contradicciones. La presencia real de los movimientos no excluye que éstos deban

hacer frente tanto a la emergencia de fuerzas políticas que hacen bandera del Islam, como a

los intentos de instrumentalización por parte de las grandes potencias, quienes tratan de

compensar la caída de sus dictadores aliados con todo tipo de juegos malabares. En África, la

carrera para la obtención de materias primas y para el acaparamiento de las tierras, unida a la

multiplicación de los conflictos y de las guerras resultantes, enturbia la dinámica económica

real y el dinamismo de los movimientos.

En Norteamérica, los nuevos movimientos, “Occupy” y los “carrés rouges” (1), han tenido que

hacer frente a la violencia de la reacción por parte de los poderes económicos, así como al

auge de los conservadurismos más inquietantes. En Europa, los movimientos se enfrentan a

tres desafíos fundamentales: la precariedad, la xenofobia y la definición de un proyecto

europeo alternativo. El primero de ellos obliga a pensar la indispensable y harto difícil alianza

de todas las luchas comunes de trabajadores precarios y no precarios. El segundo tiene que

ver con el auge de las ideologías racistas y xenófobas, que proliferan como consecuencia del

miedo y de la inseguridad social, ecológica y cívica. El tercero exige la definición de un

proyecto europeo alternativo que se desprenda del proyecto europeo dominante y de sus

callejones sin salida y que traduzca en términos políticos y culturales la unidad del movimiento

social europeo.

Enfrentados a la nueva situación y al vigor de la reacción conservadora, los movimientos

despliegan una fuerte combatividad y altas dosis de inventiva. Todavía no han redefinido las

nuevas formas y las prioridades que quieren otorgar a la convergencia de las luchas

internacionales; pero son conscientes de su importancia y hacen acto de presencia en los

espacios existentes, especialmente los foros sociales, sin que siempre se les conceda la

atención que merecen.

La estrategia de los movimientos

En los foros sociales mundiales se ponen de manifiesto dos grandes preocupaciones: la

definición de medidas inmediatas que puedan ser impuestas en relación con las consecuencias

de la crisis en las condiciones de vida de las clases populares y el necesario diseño de un

camino alternativo.

Existen varias propuestas inmediatas que han sido analizadas ya en los distintos foros a lo

largo de los últimos diez años. Por ejemplo, la supresión de los paraísos fiscales y jurídicos; la

tasa sobre las transacciones financieras; la separación de la banca comercial de la banca de

inversión; la socialización del sector financiero; la prohibición de los mercados financieros

derivados; la redistribución de la renta; la protección social universal; etc. Estas propuestas

distan de ser inherentemente revolucionarias. De hecho, se trata de propuestas que los

economistas del establishment, e incluso algunos gobiernos, no dudan en recoger. Pero las

declaraciones de unos y otros no se traducen en medidas efectivas, pues ello exigiría una

ruptura con el dogma neoliberal y la dictadura de los mercados financieros. Y son siempre

estas fuerzas las que imperan, unas fuerzas que no aceptarán sin oponer resistencia el tener

que renunciar a sus gigantescos privilegios. El reto del FSM, pues, es el de llevar las

movilizaciones a la altura de lo que estas circunstancias exigen.

Pero una vía alternativa se ha ido configurando en los foros sociales mundiales: la que pasa

por afirmar que las sociedades y el mundo pueden organizarse de un modo distinto al impuesto

por la lógica dominante de la subordinación al mercado mundial de capitales. Las sociedades y

el mundo pueden organizarse a partir del acceso a los derechos para todos y de la igualdad de

tales derechos, desde lo local hasta lo planetario. Los movimientos sociales preconizan, pues,

una ruptura: la de la transición social, ecológica y democrática. Los movimientos sociales

sugieren nuevas concepciones, nuevas maneras de producir y de consumir. Citemos algunas

de ellas: los bienes comunes y las nuevas formas de propiedad, el control de las finanzas, el

buen-vivir y la prosperidad sin crecimiento, la reinvención de la democracia, las

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responsabilidades comunes y diferenciadas, los servicios públicos fundados en la lógica de los

derechos, etc. Esta ruptura se vertebra hoy a través de las luchas, pues la creatividad nace de

las resistencias y de prácticas concretas de emancipación que, del nivel local al global,

prefiguran las alternativas.

Entre la urgencia, la dictadura del realismo y la ambición de una transformación estructural, los

movimientos se enfrentan a la necesidad de definir un nuevo pensamiento estratégico. Todavía

más, habida cuenta de que deben también reflexionar sobre la difícil cuestión de las nuevas

estrategias militares, a saber: la de la guerra sin fin y la de la desestabilización sistemática.

La evolución de las primaveras árabes

El FSM tendrá lugar en Túnez. Donde empezó el nuevo ciclo de luchas y de revoluciones. Las

insurrecciones mediterráneas traen de la mano una esperanza revolucionaria. Aquello que de

nuevo hay en todo este ciclo de revoluciones está todavía en fase de gestación. Para nada

está predeterminado. El período actual, pues, lleva a abrir la discusión pública acerca de las

revoluciones y las rupturas. En lo que sigue trataré de avanzar algunas pistas al respecto.

El tiempo de las revoluciones es un tiempo largo y en ningún caso linear. Las rupturas no son

definitivas. Algunas situaciones son manejadas para convertir las insurrecciones populares en

guerras civiles. Las revueltas populares contra los regímenes dictatoriales, que a menudo

deben hacer frente a represiones sangrientas, abren las puertas, cada vez más, a todo tipo de

maniobras por parte de las potencias dominantes y circundantes. El dramatismo de la situación

dificulta a menudo la percepción de las opciones a largo plazo.

Más allá de la democratización, etapa necesaria, se halla hoy en gestación una vía alternativa

a la mundialización capitalista. Se trata de un camino que ha de dar respuesta a las

contradicciones sociales, ecológicas, geopolíticas y democráticas. Otra cuestión mayor es la de

una nueva fase de la descolonización, que correspondería al paso de la independencia de los

Estados, que caracterizó la primera fase de la descolonización, a la autodeterminación de los

pueblos. Esta nueva fase de la descolonización no se reduce al auge de los países llamados

“emergentes”, sino que se construye en la convergencia de los movimientos que ha ido

tomando forma en el espacio de los foros sociales mundiales. Esta nueva fase de la

descolonización situará en el primer plano las cuestiones del agotamiento de los recursos

naturales, fundamentalmente el agua, del clima, de la biodiversidad, del control de las materias

primas y del acaparamiento de las tierras.

Una parte de lo nuevo busca su camino a escala regional y con el horizonte de lo posible

dentro de una sola generación. Latinoamérica salió de las dictaduras hace menos de treinta

años. La democratización ha dado a luz a un periodo de democracias burguesas. Estos

regímenes han introducido modelos de crecimiento de cuño neoliberal, de acuerdo con la

lógica dominante, y procesos de democratización más o menos limitados. Y Estados Unidos ha

pasado del control de las dictaduras a formas de control de tales democracias burguesas. Sin

embargo, en el seno de estos procesos se han ido desarrollando nuevos movimientos sociales

y ciudadanos, lo que ha modificado la situación en numerosos países y en la región, y ha

abierto la posibilidad de evoluciones nuevas.

En la región del Magreb-Máshreq, las contradicciones entre las tentativas de regímenes

conservadores y los movimientos sociales y ciudadanos que emergerán en el nuevo periodo

van a ir en aumento. Es bajo este prisma donde cabe situar la reflexión sobre la evolución del

Islam político. Y es también en este contexto en el que la realidad migratoria muestra su

importancia en todas las regiones, exacerbada como está por la crisis, el racismo y la

xenofobia. Las sociedades son bien diversas, y el rechazo del extraño pone en peligro la

cohesión de todas y cada una de ellas.

El FSM de Túnez permitirá la expresión de la emancipación de los pueblos de la región: el

tunecino, el marroquí, el saharaui, el argelino, el egipcio, el sirio, etc. El pueblo palestino gozará

de especial atención, fundamentalmente porque se presentarán las conclusiones del tribunal

Russell sobre Palestina y porque se le dedicará la marcha de clausura del Foro.   El nuevo ciclo de luchas y de revoluciones

El FSM de Túnez tendrá lugar allá donde la respuesta de los pueblos al recrudecimiento de la

crisis en 2008 y a las políticas represivas de austeridad ha abierto un nuevo ciclo de luchas y

de revoluciones. El viento nuevo nacido en Túnez sopló primero hacia Egipto. Allí mostró al

mundo la naturaleza de esta lucha contra las dictaduras y se extendió a toda la región del

Magreb-Máshreq. Luego travesó el Mediterráneo y se propagó por Europa del Sur –España,

Portugal y Grecia–, poniendo de manifiesto la necesidad de una democracia real. Más tarde

encontró un nuevo soplo cruzando el Atlántico a lomos de los movimientos “occupy” de Wall

Street, Londres y Montreal. Hoy toma formas más amplias en varios países del mundo –Chile,

Canadá, Senegal, Croacia– sacudidos por la quiebra de los sistemas de educación y por la

generalización del endeudamiento. El poder económico y el poder político, vista su complicidad,

han sido señalados como los responsables de la crisis. En efecto, lo que ha sido

desenmascarado es la dictadura del poder financiero y la “democracia de baja intensidad” que

resulta de ella.

Más allá de las especificidades, este nuevo ciclo de luchas se centra en la justicia social, en el

rechazo a la miseria, las desigualdades y la corrupción; en la reivindicación de sistemas

democráticos que garanticen las libertades individuales y colectivas y la dignidad de todos; en

las contradicciones geopolíticas vinculadas a la hegemonía occidental; en las contradicciones

ecológicas, cada vez más evidentes. Asimismo, este nuevo ciclo de luchas pone de manifiesto

las contradicciones sociales entre las clases populares y las oligarquías, y cuestiona la

hegemonía cultural necesaria para la dominación que ejercen los valores de la burguesía y de

las elites dirigentes.

Una de las cuestiones que se discutirá en Túnez es la de la relación entre los nuevos

movimientos y el movimiento altermundialista. Pese a que ha habido contactos desde el

principio, los nuevos moviemientos no se han organizado en el seno del movimiento

altermundialista. Los nuevos movimientos sociales tienen su dinámica propia. Las confluencias

con los movimientos más antiguos del altermundialismo existen, pero son difusas. Los

movimientos más antiguos del altermundialismo tendrán que aportar enseñanzas acerca de

sus logros y de sus limitaciones. Al fin y al cabo, como tan bien señala Esther Vivas, los nuevos

movimientos “son un prólogo”.

La situación en Túnez

El análisis del contexto tunecino es necesario. Un Foro Social Mundial no se organiza con la

mirada puesta en el contexto interno, pero no puede desentenderse del mismo, pues cada FSM

ha tenido un impacto en la situación política interna y en el papel de los movimientos sociales

del país. Esta cuestión es especialmente relevante en Túnez, donde la situación es

relativamente inestable. Sin embargo, de momento ello no ha hecho temer por la seguridad

necesaria para la celebración del FSM. Además, los distintos colectivos interesados en el FSM

han afirmado también que éste no será ni causa de luchas entre las distintas tendencias ni un

espacio de enfrentamiento sobre las cuestiones internas de Túnez.

El Secretariado tunecino del FSM de 2013 forma parte del Comité de Seguimiento del Foro

Social Magrebí, lo cual consolida los cimientos del Foro. Además, los movimientos tunecinos

representan una base amplia inscrita en la sociedad civil tunecina. El reto, pues, consiste en

organizar un foro inclusivo que permita que todas las corrientes defiendan posiciones

compatibles con la Carta de Principios del FSM y que se involucren en él. Para que el Foro no

sea algo excluyente, conviene dejar emerger toda la diversidad, haciéndola llegar a los

movimientos que puedan nacer de la evolución del Islam político.

Los procesos de los Foros Sociales Mundiales

El FSM juega un papel central en la evolución de los foros sociales específicos, pues constituye

una oportunidad única para que se organicen eventos más concretos como el “Foro mundial

sobre ciencia y democracia”, el “Foro de autoridades locales”, el “Foro de parlamentarios”, el

“Foro sindical”, el “Foro de medios libres”, etc., y para que se preparen actividades salidas de

otros eventos que han tenido lugar o que están en camino (Rio+20, Foro de los migrantes de Oujda, Foro “Free Palestine”, Tribunal Russell sobre Palestina, Foro Iraquí, Foro Paz y

Desarme, Florencia+10 sobre el movimiento social europeo, Foro pan-canadiense, Foro Paz y

Desarme de Sarajevo’2014, etc.).

Los foros estatales y regionales están explorando caminos para la transformación política, y

ponen sobre la mesa la cuestión de la evolución de los regímenes y de la relación entre los

movimientos y los Estados. Asimismo, se van gestando políticas post-neoliberales que, si bien

no son anticapitalistas, buscan vías de autonomía con respecto al mercado mundial de

capitales y posibilidades de redistribución parcial. Con respecto a la fragmentación del

movimiento social en algunos contextos, conviene afirmar que la autonomía de los movimientos

sociales sigue siendo la prioridad, también en lo que atañe a las negociaciones y al apoyo a

ciertos regímenes. Los foros temáticos profundizan la orientación estratégica, la cuestión de la

igualdad de los derechos y la de las movilizaciones contra la lógica del capitalismo. La lista de

foros temáticos, regionales y mundiales, se alarga: se pued contar una cincuentena para el

periodo comprendido entre 2012 y principios de 2013. En lo que respecta al futuro, el FSM de

Túnez supondrá un pistoletazo de salida para la mutación de los procesos que conforman los

foros sociales mundiales. Notas:

(1) El de “carrés rouges” es el nombre dado al movimiento estudiantil del Québec que, desde

febrero de 2012, ha organizado las huelgas más largas y contundentes de la historia de la

educación superior del país. Nacido como reacción ante la subida abusiva de las tasas

universitarias, ha adoptado un cuadrado rojo, al más puro estilo Malévich, como emblema (N.

del T.).

Gustave Massiah es el representante del Centre de recherche et d'information sur le

développement (Centro de investigación e información sobre el desarrollo, CRID) en el Consejo

Internacional del Foro Social Mundial.

Traducción para www.sinpermiso.info: David Casassas

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