martes, 19 de marzo de 2013

Acorraladitos



Acorraladitos


Posted on marzo 18, 2013 by Tinejo

Fuente: http://casaquerida.com/

Y en éstas llegó Chipre y mandó temblar. Los millones de pequeños ahorradores europeos, que coinciden con aquellos estratos sociales que llevan un lustro soportando intervenciones enmascaradas, aumentos desproporcionados de la imposición indirecta y un desempleo galopante que amenaza cada mañana a todos y cada uno de los asalariados que tienen aún la fortuna de serlo, observan con pavor desde el pasado viernes como el fantasma último de la gran estafa planea sobre sus miseras cuentas corrientes: una funesta suerte de corralito financiero que lanza su candado sobre la falsa placidez de los depósitos bancarios para retener, primero, su reintegro y proceder al adelgazamiento unilateral, después, sin juego de sartenes por medio, con vistas a seguir pagando cuentas ajenas.



A lo largo de los próximos días el Parlamento chipriota debatirá (?) una batería de medidas orientadas a utilizar de mascota ejemplarizante al minúsculo Estado insular con vistas a continuar la senda del recobro de una deuda que escala y escala sin permitirnos conocer el grosor de su titularidad expansiva. Una vez más nos encontramos ante la consecuencia de trayectorias similares, difícilmente casuales por cuanto responden a un recorrido extrapolable a todos aquellos países de la zona euro que se ven acorralados por la Troika y su voracidad incontrolada: La aparición de una burbuja financiera e inmobiliaria que, aprovechando el espejismo de falsa prosperidad que presentaba la primera, desencadenó un aumento del crédito descontrolado en relación al PIB real, con la connivencia de un descontrol de precios sobre los bienes inmobiliarios. El fácil acceso a los empréstitos hipotecarios genera una economía virtual que pone en el mercado ingentes cantidades de euros respaldados por ladrillo de plastilina, que se van derritiendo a medida que el colapso en los precios y el cierre del grifo crediticio comienza a provocar fugas de desempleo, impagos y estancamiento macroeconómico. El desenlace ya lo venimos conociendo, si bien los últimos vagones aún no han pasado por el andén.





Si algo se ha mantenido como principio sacrosanto de la economía capitalista, asentada en la intermediación financiera y su política de depósitos como refugio inalterable de las alcancías ciudadanas, es el aseguramiento de las cantidades acumuladas moneda a moneda, honradamente, con un máximo de 100.000 euros a razón de cada cliente en virtud de la propia normativa comunitaria y nacional, a través de los respectivos fondos de garantías. Con la línea que se pretende cruzar en el epicentro mediterráneo se derrumba por completo, si es que todavía mantenía respiración no asistida, la mermada confianza ciudadana en el entorno, por muy duro y tormentoso que se ha venido presentando desde finales del año 2008. La mayor parte de la gente puede ir desarrollando parciales caparazones para protegerse del desmantelamiento parcial del Estado Social, el aumento de tasas, impuestos y contribuciones, el encarecimiento de los bienes indispensables de consumo, pero necesita irse a la cama con la mínima placidez de ese colchón más o menos recio de su capacidad hormiguera para fabricar un inmediato porvenir algo mullido; si se le azuza con la vara recaudadora en su bolsa de viaje, el pánico ante la injusticia puede perder los estribos.



Establecer una imposición sobre los fondos propios de la economía doméstica no sólo resulta gravemente injusto por lo anteriormente expuesto, sino que viola y transgrede cualquier mínima confianza que aún pueda depositar la ciudadanía en los planes de sus gobernantes para salir de ésta porque se estaría frente a un atraco sin pasamontañas, a plena luz del día, y con el agravante de secuestro: el modus operandi que los dueños de Europa planean pasa por el cierre temporal de las sucursales bancarias para arrinconar el dinero lejos de sus legítimos propietarios, hacerse con una parte sustancial del botín, y salir a cara descubierta diciéndole a los agraviados que lo hacen por su bien y que no se alteren que la cosa podría ser peor.



Imagínese el presente panorama sobrevolando democracias sospechosas desde la óptica deformada de Bruselas, a las que se pone en la picota cada vez que optan por recuperar para la riqueza y gestión nacional aquellas concesiones en manos de multinacionales europeas que no cumplen los requisitos y acuerdos establecidos. Si en Venezuela o Ecuador se optara por una intervención directa en los fondos ciudadanos ya estaríamos desayunándonos con titulares que alertarían de expropiaciones, nacionalizaciones y atentados contra la economía de mercado. Por estas tierras, en cambio, no se escucha ni una brizna de escándalo frente a algo que es mucho más que todo eso: estamos ante un auténtico recobro, después de haber soportado como viene fluyendo el crédito desde el BCE a los bancos privados a un 1% con fondos provenientes de nuestros tributos comunitarios, mientras los Estados miembros los reciben a un interés cinco o seis veces superior.



Estamos acorraladitos. Vivimos la crisis argentina a finales del siglo pasado con indiferencia de confianzudos conquistadores de segunda generación, seguros de que esas aberraciones económicas eran producto y consecuencia de los desmanes latinos del mal vivir y peor gestionar. Pues ya están aquí, por mucho que Merkel, Oli Rehn o De Guindos por estas tierras siempre salgan prestos a poner el nunca antes que el pero. El viernes calló el último fortín del descanso ahorrador; ahora sólo cabe preguntarse: ¿Estarán mis ahorros igual de esbeltos que cuando los vi la última vez?



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