martes, 15 de noviembre de 2011

EL COMBATE DEL PCE













El combate del PCE
Julio Anguita González / La Atalaya / MO

Cada día que pasa nos arroja con dureza lo que ya era evidente hace más de dos décadas: el Pensamiento Débil por el que se deslizaba la socialdemocracia, el partido comunista Italiano, las élites de los partidos comunistas del llamado Socialismo Real, las grandes organizaciones sindicales y los defensores del postmodernismo progre, ha sido derrotado, arrasado y sustituido por el que en su día se denominó Pensamiento Único o conjunto de ideas, valores y políticas que en su día cimentaron la actual hegemonía neoliberal.

Y al hablar de hegemonía no sólo me estoy refiriendo al abrumador peso de los gobiernos de derechas en la UE, el triunfo del PP el 22 de Mayo o lo que parece va ser el 20-N sino al crédito, la aquiescencia y la aceptación resignada de las ideas que informan la política desarrollada en CCAA, diputaciones y ayuntamientos, y la que se anticipa para después del citado 20-N.


No podemos deslumbrarnos ante las acciones, propuestas y apoyos del mundo que representan los indignados; estas son importantísimas y auguran un posible despertar ciudadano pero en la actualidad representan un porcentaje mínimo de una población con millones de parados, precarios y marginados de todo tipo. No existe un correlato ineluctable entre la situación de degradación y la respuesta de rebeldía organizada; cuando Marx hablaba de la clase en sí y la clase para sí definió con precisión este fenómeno.

Mi situación de jubilado activo me permite constatar a pie de calle que junto a la indignación de una minoría combativa y lúcida existe una postración intelectual, moral y cívica que enmarca sus frustraciones en los consumos de fútbol, sensacionalismo o pequeñas dosis de hedonismo on line. Se ha instalado entre nosotros una situación de anomia que hace más visible y acentuado el contraste entre los indignados y los que todavía, personal y colectivamente luchamos, y una atmósfera social de sufriente indiferencia.

Si alguna vez fue necesaria una fuerza política que haga de cada uno y cada una de sus militantes una fuente de información, concienciación y agitación es ahora mismo. El combate de ideas, la capacidad de análisis, la prontitud en recabar información, la organización en al distribución de la misma junto con el compromiso personal son, a mi juicio, algo urgente que no puede dilatarse más en el tiempo. Las técnicas y medios informatizados constituyen un instrumento de primera importancia y eficacia. Pero ello demanda una reflexión, un debate y una decisión acerca del papel de nuestro partido en estos momentos.

Todavía hay entre nosotros una ingente cantidad de dirigentes, cuadros, militantes, ex militantes y personas cercanas que están deseando entrar en el combate de las ideas, la información y el debate en cualquier ámbito, lugar, instancia, medio o circunstancia; y además de estar deseándolo tienen la capacidad y preparación suficientes para difundir conocimientos, experiencias e informaciones; convoquemos y organicemos a este voluntariado. Es esta una batalla que se debe dar en la calle, en el trabajo, en el lugar de ocio o en cualquier otra circunstancia: se trata de contraponer a la ideología neoliberal, destilada a través de medios de comunicación y de consumo de masas una actitud ciudadana proclive a la reflexión, la mirada crítica y el razonamiento. Se trata de ir desterrando de nuestra sociedad un atávico miedo a pensar.

Reparemos en que el combate ideológico, la información y la formación, son en estos momentos, las mejores armas y las que más se adecúan a nuestra apuesta ideológica y política. No desdeñemos no sólo una oportunidad sino también un deber. La apelación constante a la movilización, la lucha y el activismo terminan siendo actos de un ritual sin sustancia. La movilización se potencia con la creación de hábitos de conocimiento, estudio y debate sobre las ideas de los adversarios y las propias nuestras. No se trata de preparar y prepararnos para debates académicos, sino de hacer de cada propuesta o de cada contrapropuesta concreta, un acto de lucha consciente y generadora de apoyos, adhesiones e incorporaciones.

Ser la organización duplicada de IU -con lo que está pasando- es perder el tren de la necesidad histórica a causa de la cual nacimos hace 90 años.


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