viernes, 11 de febrero de 2011

LA REVOLUCIÓN ÁRABE HA COMENZADO

La revolución árabe ha comenzado
Domingo, Febrero 6, 2011, 10:30

Jean Batou

Estas últimas semanas, han salido a la calle por millones, en Túnez, en Argelia, en Jordania, en Yemen y en Egipto, por el derecho a una vida decente y a un empleo, pero también para tomar en sus manos su propio destino (creación de numerosos comités de autodefensa, de aprovisionamiento, etc.).

De 352 millones de árabes, 190 millones tienen menos de 30 años y las tres cuartas partes de ellos no tienen empleo; en Egipto, representan el 90% de los parados y paradas. Hillary Clinton ha tomado la medida del problema declarando: “Una de mis preocupaciones principales (…) son esos numerosos jóvenes sin futuro económico en sus propios países” (Departamento de Estado, 11/01/2011). Las masas populares están ahogadas: en efecto, la crisis del capitalismo se traduce hoy en una subida enorme de los precios de los productos alimenticios de base y de la energía, promovidos como principales campos de inversión del capital financiero. Según la FAO, ¡el índice de los precios alimenticios ha subido el 32% en el segundo semestre de 2010!

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Michel Chossudowsky tiene razón cuando dice que los “dictadores” del Tercer Mundo no dictan nada /1. Son las correas de transmisión de políticas decididas en otras partes, por los dirigentes de los grandes estados imperialistas, de las multinacionales y de sus instituciones económicas y financieras (FMI, Banco Mundial, OMC, OCDE, etc.). En Egipto, la explosión de la miseria resulta de los programas de ajuste impuestos desde hace 20 años (desreglamentación de los precios alimenticios y privatizaciones), que han le han procurado felicitaciones a Mubarak: “Egipto ha hecho progresos significativos gracias a amplias reformas estructurales que han conocido una aceleración desde 2004″ (FMI, abril 2010). Más allá de sus regímenes policiales seniles, son esas políticas las que las revoluciones en curso deben desmontar, si no quieren preparar rápidas y peligrosas desilusiones.

Es la razón por la que las alabanzas de los medios occidentales a la gloria de la “primavera democrática árabe”, de sus manifestaciones pacíficas, de sus jóvenes sedientos de modernidad -¡han preferido internet a las barricadas!- no deben engañar a nadie. En Túnez, no son los nuevos ministros -entre ellos el bloguero Slim Amamou- quienes dirigen el país, sino que continúa haciéndolo el antiguo primer ministro de Ben Ali, Mohamed Ghannuchi, flanqueado de un gobernador del Banco Central completamente nuevo, Kamel Nabli, que ha volado inmediatamente a Davos para tranquilizar a los medios financieros: “la democracia es buena para la inversiones”, ha repetido (France 24, 29 enero). En realidad, los Estados Unidos y sus aliados se activan en Egipto y otras partes para encontrar una alternativa “autoritaria” o “demócrata” a Mubarak y a sus pares… con tal de que garantice el mantenimiento del consenso económico de Washington y de la colaboración estratégica con Israel.

Pero ni los Estados Unidos ni Europa mueven los hilos de las revoluciones árabes, que son empujadas ante todo por aspiraciones sociales, en la estela de las movilizaciones obreras, como las de Gafsa (fosfatos, Túnez) o de Mehalla (textil, Egipto). La solidaridad con las luchas del textil está por otra parte en el origen del Movimiento del 6 de abril en Egipto, que ha jugado un papel decisivo en el despegue de la revolución. Además, la politización antiimperialista del mundo árabe está alimentada desde hace años por la lucha del pueblo palestino y el rechazo a las sangrientas guerras llevadas a cabo por los Estados Unidos y sus aliados. Así, para el 88% de las personas preguntadas en seis países de la región, es claramente Israel quien representa el principal provocador de guerra, seguido por los Estados Unidos (77%), y no por Irán (10%) (LA Times, 14/08/2010).

De lo que carecen aún estas revoluciones, es de un programa político que rompa con el orden mundial neoliberal (cadena de la deuda, acuerdos de libre cambio, etc.), a fin de permitir una redistribución masiva de las riquezas. Un programa que implique la disolución del núcleo duro de los aparatos de Estado neocoloniales (jerarquía militar, servicios de información, policías, gobernadores locales, etc.) y la expropiación de las grandes fortunas privada, acumuladas particularmente con las privatizaciones. Un programa que necesita también una ruptura con el imperialismo; un compromiso al lado del pueblo palestino; y el desarrollo de cooperaciones Sur-Sur favorables al conjunto de los socios implicados. América Latina ha acumulado una gran experiencia pionera en la materia, que no demanda sino ser compartida y extendida.

Jean Batou / Europe Solidaire

Notas

1/ Ver en ESSF La Tunisie et les dictats du FMI : Comment la politique macro-économique entraîne la pauvreté et le chômage dans le monde.

Traducción: Faustino Eguberri para Viento Sur

Etiquetas: Argelia, Egipto, Mundo Árabe, Revuelta popular, Tercer mundo, Túnez, Yemen, Zbigniew Brzezinski



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