lunes, 30 de noviembre de 2009

POR EL PLACER DE LA LECTURA

José Luis Sampedro



"Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus 'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.

Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces
también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos.. Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.

Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo.

Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga una suma es porque:
a) obtiene algo a cambio.
b) es objeto de una sanción.

Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?

Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación?.¿Acaso dejaron de cobrar por el libro?. ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas?.¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos? Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra.
Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña."
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domingo, 29 de noviembre de 2009

Piden la retirada de las tropas de Afganistán y el final de la guerra


Denuncian que "ni se ha reconstruido el país ni se ha llevado la democracia al estado afgano

M.T. - Domingo, 29 de Noviembre de 2009 Diario de Noticias


Fuera tropas de Afganistán. No a la guerra. Este fue el lema con el que varias decenas de personas se concentraron ayer a la una del mediodía en la plaza del Castillo. El acto formaba parte de varias manifestaciones que se dieron a la misma hora en diferentes capitales del Estado.

De este modo, los convocantes de la concentración, Grupos de Iruñea contra las guerras, fueron leyendo diferentes textos de poetas y escritores contrarios a la guerra en castellano, euskera, francés y árabe. Entre texto y texto, siete músicos amenizaron el acto.


Los comparecientes denunciaron que resulta cada vez más evidente que Afganistán vive bajo condiciones de ocupación militar y de guerra. "No se ha llevado la democracia al país y tampoco se ha liberado a las mujeres afganas", afirmaron en un escrito repartido a los asistentes.

En esta línea, declararon que a día de hoy, 93 de cada 100 euros enviados por España y el resto de los aliados a Afganistán "se destinan a gasto militar y no a mejorar las condiciones de vida de la población civil". También criticaron que, lejos de retirarse, el "Gobierno español participa cada vez más en la ocupación, como lo demuestra el envío de 220 soldados más y la toma del mando del aeropuerto de Kabul", la capital afgana.

"La opinión pública no apoya esta guerra", afirmaron, y presentaron los resultados del Barómetro del Real Instituto Elcano que sitúa en un 41% la gente que quiere la retirada de las tropas por tan sólo un 3% de los que están a favor de la guerra.

"No nos olvidamos de otras guerras como la del Congo". "La guerra no es la solución y nos seguiremos manifestando en contra de ellas", dijeron al concluir el acto.
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"Amigos de Pablo / Pabloren Lagunak



Con el nombre de "Amigos de Pablo / Pabloren Lagunak"

se ha creado ya una página web con el escrito y un sencillo formulario de recogida de apoyos, para promover que la Biblioteca de Navarra ostente el nombre de Pablo.
La Junta de la Asociación de Bibliotecarios de Navarra apoya la idea e invitará a sus socios a secundarla.
Hay un plazo de recogida de apoyos hasta el día 20 de diciembre, y luego se presentará la petición formal a la Consejería y al Gobierno.
La dirección es la siguiente:







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viernes, 27 de noviembre de 2009

Charla sobre Afganistan






Tal y como estaba previsto, ayer jueves 26 de noviembre, tuvo lugar la charla sobre la situación actual en Afganistán, programada por la Asociación Cultural "Poeta Miguel Hernández" y que llevaba por título "Afganistán, una guerra sin sentido". A lo largo de hora y media, unas 30 personas asistieron a la actividad. Alfredo Mazariegos, historiador y miembro de la Asociación organizadora, desarrolló una ponencia en la que analizó la situación de aquel país, buscando paralelismos con anteriores coyunturas históricas, haciendo hincapié en la intervención soviética de los años 80, y analizando las verdaderas causas de la intervención militar actual. A la finalización de la ponencia, se abrió un interesante turno de preguntas.



El ponente estuvo acompañado en la mesa por Mar González, secretaria de la Asociación, que además de presentar y moderar la sesión, aprovechó, al final de la misma, para invitar a los asistentes a la próxima realización de las VIII Jornadas Republicanas (De la constitución Monárquica a la Tercera República), los días 11 de diciembre, viernes, de 16:30 a 21:00 y 12 de diciembre, sábado, de 9:00 a 14:00 en el Salón de Usos Múltiples del Ayuntamiento de Barañáin, organizadas en colaboración con la Unidad Cívica por la República (UCR).













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martes, 24 de noviembre de 2009

GUERRA NO, TAMPOCO EN AFGANISTÁN


Mientras van llegando cadáveres de soldados españoles muertos en Afganistán, arrecian las acusaciones entre los partidos mayoritarios. Los “populares” dicen que aquello es una guerra, y animan a dar la batalla "por la democracia, la libertad y los derechos humanos”, al tiempo que piden más medios. Por su parte, el PSOE sigue insistiendo en que se trata de una misión de paz, y evita la utilización del término “guerra”, a pesar del goteo de muertes que va llegando. Desde otras tribunas, se oye que se trata de una operación de “reconstrucción” amparada por la ONU, y liderada por los EE.UU.

Se hace necesario, en medio de esta confusión, recordar los inicios y desarrollo, así como los pronunciamientos de la ONU, y, lo que es más importante, los intereses en juego que mueven los hilos de esta sangrienta partida.


En los años 80. los soviéticos fueron derrotados en Afganistán por los talibanes, armados y financiados por los EE.UU., con Bin Laden como lider destacado, y agente de la CIA. Esto supuso un gravísimo retroceso hacia el oscurantismo religioso, cuyas mayores víctimas fueron las mujeres afganas.

Tras aquel trágico 11-S de 2001, y con los restos humeantes de las torres gemelas como telón de fondo, los EE.UU. emprenden la “guerra contra el terrorismo”, señalando dos objetivos: Irak y Afganistán. Respecto de Irak, mucho se ha escrito ya sobre las mentiras que se urdieron para justificar la guerra. Para la historia, y espero que para la Justicia Internacional, queda aquel infame trío de Las Azores: Bush, Blair y Aznar.

Poco tiempo después de aquel 11-S, comienzan los EE.UU. la guerra de Afganistán, que acabaría llamándose “Libertad Duradera”. Su propósito “oficial” es capturar a Bin laden y destruir a Al Qaeda y los talibanes. Sin embargo, el ejército más poderoso del mundo no ha conseguido ninguno de sus propósitos reconocidos: no ha capturado a Bin Laden, ni ha destruido a los talibanes ni a Al Qaeda.

La legalidad o ilegalidad de esta guerra ha sido discutida. El asunto tiene su importancia, porque mientras el PP busca semejanzas con la guerra de Irak, para exculparse, desde el PSOE y afines se esgrime que se trata de una intervención legal, desde el punto de vista de los Tratados Internacionales. Pues bien, en opinión de destacados expertos como Alejandro Pozo, y organismos como Centre Delàs y Justicia y Paz, la operación “Libertad Duradera” es ilegal. Se basa para ello en que la guerra fue iniciada en octubre de 2001, cuando el Consejo de Seguridad no se había pronunciado, y sólo se debatía el derecho a la legítima defensa, regulado por el art. 51. de la Carta de la ONU. Para ser legítima, la defensa debe reunir unas condiciones: 1.- debe ser permitida por el Consejo de Seguridad. 2.- deben respetar los principios de necesidad (defensiva, y no de represalia o venganza), provisionalidad (cesará la defensa unilateral cuando el Consejo tome medidas) y proporcionalidad (los ataques de respuesta los recibirán los autores de los ataques originales). El Consejo de Seguridad fue muy ambiguo sobre sus resoluciones 1368 y 1373, y hay al respecto partidarios y detractores. No obstante, los argumentos que realmente condenan los ataques de EE.UU. están relacionados con el mencionado art. 51, que no han sido cumplidos.


En Afganistán se desarrolla otra operación, autorizada por la ONU, que es llevada a cabo por la ISAF, (Fuerza Internacional de Asistencia en Seguridad). Está liderada por la OTAN, (no por la ONU, como pretenden hacer creer algunos) y por tanto involucra a España, y algunos países más no miembros. Tiene como fines garantizar la seguridad, controlar el aeropuerto de Kabul y el tráfico aéreo, y mejorar las capacidades de la policía y el ejército afganos.

Para complicar más las cosas, los EE.UU. ampliaron las competencias de la operación “Libertad Duradera” y combinaron la búsqueda de talibanes con tareas de asistencia humanitaria, creando para ello los PRT, equipos de reconstrucción territoriales. Los ejércitos que participaban en el ISAF empezaron a hacerse cargo de los PRT, España incluida. Así, ambas partes, los EE.UU. y el ISAF, salen ganando, unos en legitimidad, otros en renta mediática. De ello se vale el PSOE para sostener que es “una misión de paz” para añadir a continuación: “contra el terrorismo”.

Sin embargo, los EE.UU., por boca de Condolezza Rice, tienen claro que no se trata de una operación de paz, sino de operaciones englobadas en la “Guerra contra el Terror”. De la misma manera que sólo hay una OTAN en Afganistán.

Y, ciertamente, los EE.UU. se juegan mucho en Afganistán. Tras años de negociaciones con talibanes afganos, la OPIC, agencia de EE.UU. para defender sus intereses en la zona, hizo realidad el sueño de Bush, al construir un conducto transafgano para llevar gas y petróleo desde Asia Central al Golfo Pérsico. Sirviendo de escudo, al parecer, a la Union Oil Company de California, (UNOCAL), uno de cuyos asesores fue el actual presidente de Afganistán: Hamid Karzai, cuya reelección ha estado marcada por el fraude masivo en las urnas.

La situación en Afganistán ha ido emponzoñándose cada vez más. Los ataques indiscriminados de los EE.UU. causan miles de víctimas inocentes, aumentando la rabia y la popularidad de los talibanes. Las armas que los EE.UU. entrega a los señores de la guerra para hacer frente a los talibanes, o para que les permitan actuar en sus territorios, están fuera de control, y pueden volverse contra los mismos que las suministran. Los proyectos que llevan a cabo los PRT necesitan de empresas afganas, las cuales a su vez deben pagar a los talibanes, para no ser atacadas por ellos, de manera que el dinero destinado a los PRT, financian a los talibanes. Por otra parte, estos van ganando apoyos y control del territorio, cerrando un círculo infernal, una espiral de violencia que no conduce sino a más derramamiento de sangre.

Hay que entender que la sociedad afgana tiene muy arraigada una cultura de resistencia al invasor. E invasores son, a sus ojos, las tropas de la OTAN y de EE.UU. sin hacer distingos entre la acción militar y la humanitaria. Es la propia sociedad afgana la que tiene que buscar fórmulas de entendimiento, y caminar hacia el respeto de los Derechos Humanos, en particular hacia las mujeres, con el apoyo de las fuerzas progresistas.

Ha llegado la hora de que las tropas españolas, y las de la OTAN y los EE.UU., salgan de Afganistán. Para ello, hay que movilizarse, y salir a la calle a gritar:

NO A LA GUERRA, EN AFGANISTÁN TAMPOCO.


Javier Eusa, comité provincial del PCE/EPK de Navarra, comisión local de IUN-NEB de Pamplona.

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jueves, 19 de noviembre de 2009

Charla sobre Afganistan



El próximo Jueves 26 de noviembre, tendrá lugar la próxima conferencia que organiza la Asociación Cultural Poeta Miguel Hernández. Se trata de la Charla-Coloquio titulada "Afganistan, una guerra sin sentido". La ponencia correrá a cargo del historiador Alfredo Mazariegos que desarrollará cuestiones que hacen referencia a la actual situación de guerra en aquel país pero haciendo refeencias históricas recientes que manfiestan un gran paralelismo.

Como viene siendo habitual, el acto tendrá lugar en la Casa de Cultura de Barañáin a las Siete y media de la Tarde. Esperamos tu asistencia, así como que des la máxima difusión a este acto entre todo tus contactos y amistades. Anímate.






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Pasionaria y los mil enanitos

MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

En el vigésimo aniversario de la muerte de Pasionaria, recordamos este artículo publicado en el País el 10 de dicembre de 1995


Si un personaje histórico español no se merece el todo o la nada es Dolores Ibárruri, Pasionaria, no sólo para las amistades y los afines, sino para medio mundo. Esta hija de mineros carlistas, frustrada maestra de escuela, casi muchacha de servicio, casada con un minero del PSOE que sería uno de los fundadores de base del PCE, representa el prodigio histórico-social de la aparición de los intelectuales orgánicos de la base obrera un siglo después de las primeras escaramuzas de la revolución industrial.
La burguesía renovaba, y renueva, cada cinco años sus cuadros dirigentes en las universidades. El proletariado tuvo que hacer una larga marcha hacia la cultura convencional, pasando por la escolarización, la alfabetización y el descifrar los códigos de la cultura establecida para comprobar hasta qué punto traicionaban sus propias necesidades.

Por eso la guerra civil sería algo más que una victoria militar y se convertiría en un genocidio cultural contra las vanguardias que más daño podían hacerle al reaccionarismo español: desde los intelectuales más avanzados hasta los intelectuales orgánicos de la clase obrera, convertidos en dirigentes de los movimientos sociales y de los partidos de izquierda, pasando por los maestros de escuela, que habían plantado la cizaña de las ideas de emancipación entre las mieses de la España contrarreformista.
Dolores representaba no sólo ese odioso ruido de los proletarios capaces de juzgar la realidad y la historia, sino, además, la no menos odiosa transgresión de la mujer opuesta al prototipo reaccionario femenino y que Franco idealizó en la figura de su propia madre, aquella sufridora doña Pilar, una buena mujer sin duda, que supo asumir con resignación cristiana las veleidades masónicas y faldilleras de su marido.
Militante en un PCE minúsculo, tan desdeñosamente juzgado por Mola en sus memorias, que no se explica el porqué de una guerra civil contra "la hidra comunista" Dolores Ibárruri era mujer de larga zancada que dejaría atrás a su propio marido, en un camino marcado por los hitos de los hijos que enterraba como consecuencia de la miseria y la desatención en la que vivieron las clases populares españolas prácticamente hasta el boom económico que ocuparía la década 1963-l973. Las Memorias de Dolores son extraordinarias para constatar ese medio social que la hizo a la vez posible e imposible, como una excepción que confirmaba la regla de una clase social condenada al silencio y a la resignación de sus mujeres.
En Pasionaria y los siete enanitos he tratado de ofrecer el cuadro de las reacciones de los hombres ante aquella mujer de estatura, en todos los sentidos de la palabra, poco común. Desde la calumnia de los franquistas, que la consideraron una tierra roja, hasta la agresión verbal de algunos camaradas caídos en desgracia, Dolores es el referente de la mujer que no responde a los moldes establecidos. Lo es también para su propio hijo Rubén, aquel niño que aprendió la vida clandestina desde que nació, que se curtió, hiciera sol o lloviera, a las puertas de la cárcel de Madrid, día tras día, esperando que liberaran a su madre, que renunció al estatuto de hijo de dirigente de la República para hacer la guerra civil a los 18 años y que, finalmente, moriría en el asedio de Stalingrado, defendiendo la causa de la libertad y la revolución frente a las tropas nazis. También Rubén vio toda su breve vida condicionada por la excepcional figura de su madre, y se convierte en cierto sentido en el chivo expiatorio de una historia en claroscuro a partir de la guerra civil.
Todos los líderes mundiales que conocieron a Dolores contribuyeron a la construcción del mito y a que la palabra Pasionaria se incorporara al vocabulario universal como sinónimo de mujer que lucha por la emancipación. Hasta muy recientemente, Ángela Davis o Rigoberta Menchú merecieron este apodo por parte de la prensa internacional. El censo de poesía suscitada por Pasionaria es impresionante, sea en verso, Neruda por ejemplo, o Hernández, su gran definidor poético, sea en prosa gracias a un Hemingway que glorificó a Dolores y a Líster.
También el censo de insultos y de frialdades críticas es impresionante, porque Pasionaria no sólo fue la indiscutible heroína de la España proletaria, sino también la dirigente del PCE y de la Internacional corresponsable, por acción o por omisión, del caso Nin y posteriormente, ya secretario general del PCE, responsable del tenebrismo que cae desde la dirección sobre la esforzada lucha de los comunistas de a pie en el interior de España o en la resistencia de la Europa ocupada.
El periodo que media entre su ascensión a la secretaría general y la pérdida factual de tal responsabilidad a finales de los cincuenta, hay que caracterizarlo por las dificultades vividas por un partido que durante la guerra civil no ha preparado el paso a la clandestinidad y que una vez en el exilio se enfrenta a una Segunda Guerra Mundial, a la dispersión de sus principales cuadros, a la feroz represión franquista y a la condición de partido especialmente protegido por la URSS estalinista, en plena paranoia de infiltraciones contrarrevolucionarias.
Creo, sinceramente, que a Dolores le iba admirablemente la tarea de ponerse al frente de las masas, de vivir sus vidas, de darles voz, pero que le venía ancha la responsabilidad de dirigir aquel partido en tal difícil situación aplastada, además, por las consecuencias emocionales de la muerte de su hijo en Stalingrado.
Lo cierto es que la ya vieja dama supo dimitir con dignidad y dejar vía libre a Carrillo y sus muchachos, un grupo de presión de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). No estaba del todo de acuerdo con su línea, ni con sus procedimientos, pero Dolores fue toda su vida una legitimista del centralismo democrático y por eso se explica que secundara las decisiones de la mayoría, incluso cuando el PCE rompe con la Unión Soviética en 1968, tras la invasión de Praga.
También esta lealtad a la norma interna, este legitimismo tal vez de raíces carlistas y de remache leninista, la lleva a asumir sin pestañear, o pestañeando poco, la caída de Carrillo y las sucesiones de Gerardo Iglesias y Julio Anguita. Por entonces ya era una mujer que lo había vivido casi todo, que había pagado sus deudas y enterrado a sus muertos y ese retrato escogido, sin duda idealizado, fue el que le respetó Andrés Sorel en una semblanza pacificadora del personaje como si le diera los últimos sacramentos laicos.
Una peripecia de la vida de Dolores llama la atención sobre el todavía no resuelto dilema sobre la prioridad de cambiar la vida y cambiar la historia. Aquellos revolucionarios comunistas esforzados y emancipadores no digerieron nunca bien que una mujer de 40 años tuviera una relación amorosa con un mozo de veintipocos, Francisco Antón. Desde una moral de monjas ursulinas descalificaron una historia de amor probablemente avanzada a su tiempo y que costaría más cara a Dolores que al propio Antón. Pero esta es otra percepción del personaje, la Dolores viva que se ocultó a sí misma en la segunda parte de sus memorias cuando su vida se había historificado y confundido con la historia del PCE.

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miércoles, 18 de noviembre de 2009

Historia de tambor y trompeta

Julián Casanova
El País 7 de Noviembre d 2009


Hay muchas formas de abordar la historia de España, pero la que se distingue con el Premio Nacional casi siempre es la misma: la que presta la máxima atención a las aventuras de reyes y nobles, a sus pompas, guerras y conquistas. En la Monarquía se encuentra el tronco de nuestra historia común, parece que piensan quienes conceden ese premio, el vínculo uniformador de nuestro pasado más remoto con nuestro presente más actual.

Y es esa historia apologética del poder, de sus símbolos e instituciones, la única que se reconoce casi todos los años, con las debidas excepciones, con el Premio Nacional de Historia de España. Es como si el tiempo no hubiera pasado, como si el Ministerio de Cultura, el organismo que otorga esos premios desde el comienzo de la democracia, fuera todavía el Ministerio de Información y Turismo de la dictadura.



No es ese tipo de historia, sin embargo, la que enseñan, escriben y divulgan la mayoría de los historiadores. La democratización y el surgimiento de la sociedad de masas obligó a los historiadores a cambiar sus discursos y objetos de estudio durante el siglo XX. Fueron muchos los que reclamaron con sus investigaciones una historia que tuviera en cuenta los factores económicos, sociales y culturales. Una historia que dejara de concentrarse en las vidas y acciones de reyes y notables y mostrara interés, por el contrario, por sectores más amplios de la sociedad y en las condiciones bajo las que vivían.

Al desplazar el foco de interés desde las élites o clases dirigentes a las vidas, actividades y experiencias de la mayoría de la población, el estrecho campo de los sujetos históricos abarcado por la historia política tradicional se ensanchó y el estudio del pasado se democratizó.

Frente a la historia apologética del poder, utilizada y manipulada para generar una mayor lealtad de los ciudadanos a los dirigentes del Estado, surgió una nueva historia, casi siempre etiquetada como social, enriquecida por los hallazgos de antropólogos, economistas y sociólogos, que escuchaba los ecos de todas las voces marginadas por las historias oficiales.

Las cosas resultaron algo diferentes en España.

La victoria franquista en abril de 1939 y las posteriores décadas de dictadura se manifestaron, por lo que a la historiografía se refiere, en la imposición de una perspectiva reaccionaria y antiliberal que ignoró en todo momento las divisiones sociales, lingüísticas, religiosas y de sexo, y levantó un poderoso dique de contención frente a las nuevas corrientes en las ciencias sociales y a los análisis de las fuerzas anónimas y colectivas.

Aunque lento y desigual, no obstante, el avance de esa nueva historia ha dado también entre nosotros, en los últimos años, notables frutos. Hemos recuperado una buena parte del desfase en que nos dejó ese periodo tan excepcional que fue el franquismo, por su dureza, duración y miseria intelectual.

Los historiadores escriben en la actualidad sobre una multitud de temas inimaginable unas décadas antes. Cualquier aspecto de relevancia, mínima o máxima, para los humanos tiene ya su historia escrita, leída muchas veces por miles de personas.

Nada de eso preocupa a quienes controlan el mecanismo de concesión de los premios nacionales de historia de España. No es que no conozcan esas otras historias, los buenos libros que todos los años aparecen sobre esos temas en el mercado; sencillamente, las desprecian y en el fondo consideran que esas narraciones de las experiencias cotidianas de hombres y mujeres rescatados de la multitud anónima son irrelevantes, subproductos de la historia que no pueden compararse con la grandeza de la Monarquía.

La primera obra premiada por el Ministerio de Cultura, en 1979, fue Los orígenes del Consejo de Ministros de España, un estudio en realidad de la Junta Suprema de Estado que existió entre 1787 y 1792; la última, treinta años después, ha distinguido al mismo autor, José Antonio Escudero, por coordinar El Rey. Historia de la Monarquía.

En medio de esas dos fechas, libros dedicados a Fernando III, Felipe II, Isabel I o Alfonso X. Premios que han ido a parar muy a menudo a miembros de la Real Academia de la Historia, concedidos por miembros de las otras Academias. Y todos los premiados fueron varones, excepto una mujer, Mª del Carmen Iglesias, a quien se le dio el premio en el año 2000 no por una obra suya, sino por prologar y coordinar un estudio sobre los “símbolos de España”, el escudo, la bandera y el himno, escrito en su mayor parte por otros dos académicos de la Real Academia de la Historia.

A comienzos del siglo XXI, Clío, la musa de la historia, se presenta ante la sociedad con muchas caras, haciendo de la historia un elemento esencial para la educación ciudadana y la cultura pública. Los miembros de las Reales Academias no se han dado por enterados y siguen premiando a la historia que el inglés J. R. Green llamaba hace más de un siglo “de tambor y trompeta”.
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Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza


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domingo, 8 de noviembre de 2009

Gervasio Sánchez gana el Premio Nacional de Fotografía

El jurado ha valorado su compromiso con la denuncia y especialmente su trabajo sobre las minas antipersona


ISABEL REPISO - Madrid - Diario Público


Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) es un fotógrafo curtido en carreteras secundarias. De los que hablan de "historias" en lugar de "imágenes" y de los que echan horas detrás de una barra para pagarse el avión a África. "Yo quería ser periodista porque creía que iba a viajar", explicó ayer, minutos después de saber que el Ministerio de Cultura le concedía el Premio Nacional de Fotografía.

Sánchez definió el galardón como "una grata sorpresa. Quiero pensar que es un premio a la fotografía de prensa. En el mundo del periodismo, el trabajo del fotógrafo queda muchas veces devaluado por los propios compañeros, desde el diseño a la maqueta. Pero hay historias que no funcionarían si no fuera por las imágenes".

Las fotos de Gervasio no son cómodas para él ("he visto cosas muy duras", admite), ni para el espectador. Libros como Vidas minadas, El cerco de Sarajevo, Niños de la guerra, Kosovo, La caravana de la muerte y Sierra Leona muestran a fondo conflictos que los telediarios despachan en tres minutos. Y lejos de engrosar una bibliografía olvidada, funcionan en su mente como un azote contra el olvido.


Minas antipersona

De ahí que siempre vuelva sobre el lugar de los hechos. Lo hizo con Vidas minadas, serie que muestra las prótesis y las condiciones de vida de algunas víctimas de las minas antipersona, y sobre la que volvió en 2002 y 2007, a los cinco y a los diez años del primer proyecto. Datos objetivos como los tres euros que cuesta producir una mina (contra los 750 que cuesta desactivarla) se mezclan en sus exposiciones con el sueño plácido de un bebé africano.

A los ocho años Gervasio se sabía todas las capitales del mundo, gracias a un álbum en el que iba coleccionando sellos de diferentes países. Con el tiempo, la curiosidad se transformó en compromiso: se matriculó en Periodismo y leía periódicamente los boletines de Amnistía Internacional.

"Quería saber si lo que contaban pasaba", recuerda. Así que primero hizo el petate para marchar a Guatemala, después a El Salvador, Nicaragua, los Balcanes, Oriente Medio... Entre medias, trabajó como camarero y redactó noticias para una emisora de radio.

Obsesión por la realidad
"Quizá suene inocente, pero yo siempre he creído que el periodismo servía para mejorar las cosas, como la Sanidad o la Educación. Y más concretamente, para que la sociedad sea menos manipulable", agregó al otro lado del teléfono.

Esta obsesión por mostrar la realidad sin reservas le lleva a completar sus fotografías con textos en los que desgrana la vida de las personas que fotografía, que a menudo activan la implicación emocional del espectador. "Gervasio no ha esperado a ser un astro en la luz o la estética, sino en dar contenido a la fotografía, en subrayar su función social", valoró ayer Chema Conesa, uno de los editores gráficos de este país.

Precisamente "su compromiso con la fotografía como herramienta de denuncia de la violencia en los conflictos armados" fue destacado ayer por el jurado, presidido por Ángeles Albert, directora general de Bellas Artes, y formado por José María Rosa Angulo, Paloma Esteban Leal, Rosina Gómez-Baeza, María Fernández Palou, Rafael Doctor Roncero y Santiago Olmo García.

El Ministerio también valoró "su continuada labor a favor de la justicia y especialmente por su trabajo sobre las minas antipersona, su aportación a la fotografía de reportaje y cómo a través de ella dignifica a las víctimas fotografiadas, con una mirada particular que enaltece los mejores valores del fotoperiodismo".

Enorme fe en el trabajo
Sus compañeros coincidieron en destacar su enorme fe en el trabajo. "Es un fotógrafo coherente, honesto y consecuente. Se ha buscado la vida y se ha puesto al servicio de lo que quería defender, contando las historias que quería contar", estimó el fotógrafo Matías Costa. Nadie se atreve a colgarle sambenitos más precisos porque Gervasio Sánchez los odia.

"Me molestan ciertas etiquetas, como cuando me dicen que soy un periodista solidario. Para mí el periodismo es compromiso", enfatiza. El compromiso de no callar historias como las de Sofia Elface, mozambiqueña que perdió a su hermana en la explosión de una mina y viajó a Barcelona para cambiar sus primeras prótesis; o el bosnio Adis Smajic, que a sus 25 años vive de una pensión como mutilado de guerra tras perder un ojo y un brazo y ha padecido 30 operaciones quirúrgicas.

"Quienes han sufrido la pérdida de una o dos piernas a edades tempranas necesitarán cambiar de prótesis unas 25 veces antes de morir", escribió en el catálogo de la muestra Vidas minadas, celebrada en el Instituto Cervantes en 2007.

Sin privilegios
Con el mismo espíritu reivindicativo, Gervasio Sánchez tampoco se ve como un privilegiado, a pesar de que ha sido testigo de acontecimientos políticos históricos. "He llegado donde he llegado trabajando muy duro y por carreteras secundarias del periodismo. He trabajado de camarero y nunca en la plantilla de un periódico. Me he buscado mi dinero para poder irme a donde me interesaba", resumió.

Pero además, en los últimos años, Sánchez se ha volcado en la divulgación y la formación de la fotografía con sus Encuentros de Albarracín (Teruel), de los que es organizador. Es allí donde cada año habla de su pasión por este oficio. "A los chavales les digo que es más difícil hacer una buena historia al lado de tu casa que en Nueva Delhi. Y lo mismo pasa con la crónica periodística", resuelve.

"Es el gran fotógrafo humanista de este país", según Juanma Castro Prieto, "por su compromiso social y sus retratos de la locura de la guerra". Si en algo coinciden todos sus colegas de profesión es en destacar su fe en el trabajo. "Me hace mucha ilusión que se haya premiado a un fotógrafo de tanto tesón y vocación", subrayó José Manuel Navia. En la misma línea se expresó Paco Gómez: "Se lo merece. En los últimos años ha cambiado en algunas cosas, abriéndose a la instalación y a obras más conceptuales".

Con todo, da la impresión de que el último Premio Nacional de Fotografía equipare el fotorreporterismo a la fotografía artística, galardonada en pasadas ediciones con el reconocimiento a María Bleda y José María Rosa, Manuel Vilariño y Ouka Leele. "No podemos olvidar que el documentalismo es el tronco de la fotografía", defendió ayer Navia. Y las historias de Gervasio Sánchez nos lo recuerdan constantemente.


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sábado, 7 de noviembre de 2009

Literatura. ¿Confrontación o sosiego?


Edgar Borges
Rebelión

El gusto es libre. Y relativo. Hay muchas literaturas. Y es sano que así sea. Sin embargo, quizá hoy, como nunca antes, una niebla global cubre buena parte de la obra literaria (que descubrirán los exploradores de un tiempo futuro).
La literatura enfrenta al lector a su imaginación. El sólo hecho de pensar es un ejercicio que invita a replantear cualquier realidad, por muy absoluta que ésta se pretenda. Despertar la inventiva del lector ha sido trabajo importante para los escritores de cualquier época y género. Charles Dickens, por ejemplo, en su momento fue considerado un autor de éxito. Incluso, era poseedor de una habilidad que le permitía vender muy bien su obra y su imagen pública. Pero, en paralelo a este valor (que hoy, quizá sería considerado “comercial”), ¿quién podría negar el poder fabulador de Dickens que (como telaraña) le posibilitaba al lector el conocimiento de nuevas realidades? Para hacer creíble una aventura, es necesario (de parte del autor) ubicar, en su justo equilibrio, documentación y palabra. Hay otros escritores, un tanto más osados, que de manera planificada asumen el objetivo de incomodar al lector. Unos logran esto con el contenido y otros con el discurso; también hay quienes se valen de ambas estrategias para inquietarnos la existencia. Ejemplos hay muchos, desde el absurdo que, como telaraña, Franz Kafka arrojaba sobre historias cotidianas, hasta el juego laberíntico que proponía Julio Cortázar. En cada asesinato que cometía un personaje de Edgar Allan Poe había una apuesta por la indagación de la conciencia. Lo bestia y lo sublime, como en la vida, habita en los personajes de la literatura de confrontación interior.


No obstante, el siglo XXI nos ha caído encima con la saturación de una literatura de consuelo. Se trata de una avalancha de libros cuyo objetivo, más que enfrentar, pareciera ser estupidizar. ¿Quién dijo que La metamorfosis de Kafka o El extranjero de Camus no entretienen? Sí, entretienen a la estupidez mientras ponen a trabajar a la inteligencia. La literatura de consuelo asalta cualquier tema y lo banaliza, lo desdibuja, como si su función fuese darle a la palabra un uso adormecedor. En la otra acera, la de la madre calle, está la ficción que derrumba y construye realidades. Ya lo sabemos, la ficción es una mentira (otra realidad) bien contada. Pero, para lograr levantar historias confiables, hace falta, más que un tema, la convivencia entre documentación, verosimilitud y verbo. Lo que se le cuestiona a Dan Brown, por ejemplo, no es que pretenda (y lo pretende) contar historias de catedrales, sino el bajo nivel investigativo y verbal que dispone para alcanzar su meta (el otro día soñé que Dan Brown se había encontrado con Arthur Rimbaud en pleno desierto. El primero reaccionó como si se tratara de una pesadilla; mientras, el segundo, a larga distancia supo que todo era un espejismo).

Lo peor de estos espejismos es que a partir de que algo semejante se convierte en una realidad impuesta (por el mercado), aumentan los asaltos a toda clase de temas. Recuerdo el Fantomas que Julio Cortázar puso a luchar contra un exterminador de escritores. Se me ocurre que hoy necesitamos un superhéroe (quizá el mismo lector) que batalle contra los asaltantes de literatura.

A propósito de la publicación de Caín, la nueva novela de José Saramago, Pilar del Río, periodista y esposa del escritor, asegura que “estamos ante un libro que no nos dejará indiferentes, que provocará en los lectores desconcierto y quizá alguna angustia”. Y, por si surgiera temor en algún posible lector, Pilar aclara que “la gran literatura está para clavarse en nosotros, lectores, como un puñal en la barriga, no para adormecernos como si estuviéramos en un fumadero de opio y el mundo fuera pura fantasía”. Sobre el tema, el propio Saramago sostiene que escribe para “desasosegar profundamente” al lector.

Pero no nos alarmemos; la gran literatura goza de muy buena salud. Sólo ocurre que, en tiempos de niebla, anda transitando los subterráneos del mundo.

Edgar Borges es escritor venezolano.



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miércoles, 4 de noviembre de 2009

La Guerra Civil, según Barricada


Barricada presentó en un parque madrileño su nuevo trabajo, 'La tierra está sorda'. (Imagen: Jorge París) El legendario grupo navarro publica 'La tierra está sorda', un emotivo disco-libro en el que repasan la sangrienta contienda española. Han decidido hacerlo "desde el lado de los perdedores". El título del álbum es de un verso del poeta sevillano Luis Cernuda.

Existen cientos de libros, películas, obras de teatro, documentales y canciones. Pero hasta hoy, pocos músicos habían apostado por un disco conceptual con la Guerra Civil como único eje central.

Eso es lo que han hecho los navarros Barricada con La tierra está sorda, un álbum de 18 canciones que incluye un libreto de más de 150 páginas. Porque a pesar de todo lo que se haya podido decir, escribir o cantar, ellos están convencidos de que "se sabe poco y mal sobre la Guerra Civil", según apunta el carismático Enrique Villarreal, conocido como el Drogas.


Quedan cosas que decir? Según Barricada muchas, muchísimas.

"El silencio fue utilizado por el franquismo como método represivo", apunta el Drogas, que, respetando todos los puntos de vista, discrepa con aquellos que apuestan por enterrar el capítulo más negro de nuestra historia reciente: "Lo único que pedimos es que se deje leer una página de nuestra propia historia que no se nos ha dejado leer".

La tierra está sorda, frase extraída de un poema de Luis Cernuda, "ofrece una visión no tanto política como social" del conflicto, aunque siempre desde la óptica "del bando de los perdedores". Porque, apunta, "aquello fue lo que fue: un golpe de Estado contra un gobierno elegido democráticamente·.

Además de rendir su particular homenaje a las víctimas de la represión franquista, Barricada alza su voz contra el "papel cómplice de la Iglesia", una institución que "hasta el día de hoy, más que evolucionar, involuciona". El Drogas lo tiene claro: "Este disco no sonará en la Cope".

Documentarse o morir

Un total de 78 libros, muchos documentales, visitas a lugares claves de la contienda a lo largo y ancho de España, conversaciones con algunos de sus protagonistas... Barricada ha cuidado hasta el último detalle el proceso de documentación de su decimocuarto álbum de estudio. Un disco compuesto casi íntegramente por el Drogas, que alterna su incombustible rock con emotivas baladas acústicas y que no tardará en convertirse en un nuevo clásico de su discografía.


Un escenario muy especial

Apostados en el banco de un parque madrileño y armados con sus guitarras acústicas, Barricada presentó este martes a los medios de comunicación algunas canciones de La tierra está sorda.

No se trataba de un parque cualquiera. Situado en los aledaños de la plaza de Manuel Becerra, lo que hoy es zona de regocijo de perros y adolescentes fue en su día el emplazamiento de la cárcel de mujeres de Ventas.

Durante el franquismo, miles de presas vivieron hacinadas en pésimas condiciones, superando en diez veces el número de internas para el que fue diseñada la cárcel. Allí estuvieron, entre muchas otras, las célebres 13 Rosas.


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Muere Francisco Ayala, gran testigo de la literatura española del siglo XX

Novelista y ensayista de infinita curiosidad, falleció ayer día 3 de noviembre en Madrid a los 103 años





Soy un cómico que lleva años esperando a que se baje el telón, pero no termina de bajarse". Con estas palabras, pronunciadas en 2007, Francisco Ayala se refería a su longevidad, que se había convertido, por derecho propio, en todo un capítulo de la historia de la literatura española del siglo XX. Ese metafórico telón del que hablaba el escritor granadino, ha bajado esta misma mañana en Madrid pasadas las 12. El escritor, cuyos restos mortales serán trasladados a las 19.30 al tanatorio de San Isidro, sufrió esta primavera una bronquitis de la que ya no se recuperó. "De cabeza seguía lúcido, como siempre, pero el cuerpo ya no resistió", ha declarado a este periódico el poeta Luis García Montero, comisario de los actos del centenario de Francisco Ayala, un acontecimiento al que el propio autor, sobreponiéndose a su "innata timidez" asistió con humor y resignación: "Estoy cansado de mi nombre", llegó a decir recordando a Juan


Ayala había cumplido 103 años el pasado 16 de marzo. Era el último superviviente de la generación del 27 y, además de ser miembro de la Real Academia Española desde 1984, tenía los premios más importantes de las letras españolas: del Cervantes (en 1991) al Príncipe de Asturias (tres años antes).

Todos los honores le llegaron cuando volvió a España definitivamente en 1980. Entonces la miel del reconocimiento sustituyó a la hiel de un largo exilio que, con la Guerra Civil, le obligó a abandonar su cátedra de Sociología en la Universidad Complutense para dar con sus huesos en Argentina, Puerto Rico y Estados Unidos.

Ayala habló del telón que no terminaba de bajarse el día que se presentaba el primer tomo de sus obras completas en Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores. "He escrito demasiado porque he vivido demasiado y además lo he hecho intensamente", dijo también aquel día. Seis tomos de más de 1.500 páginas cada uno reunirán cuando terminen de publicarse una obra oceánica en la que tienen una especial relevancia la narrativa y el ensayo.

Títulos como La cabeza del cordero, Muertes de perro, El jardín de las delicias o La invención el Quijote ocupan ya un lugar de honor en la historia de la literatura. Un lugar en el que sus memorias, Recuerdos y olvidos, tienen su propio espacio dentro del género autobiográfico.



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lunes, 2 de noviembre de 2009

AFGANISTÁN Teatro en tiempos de guerra





Cuando la desesperación de un país invadido llega a límites insospechados y la guerra se apoltrona en las vidas de la gente, el teatro se vuelve un arma provisional para seguir la lucha contra todas las formas de injerencia fundamentalista.

“Cuando regían los talibán por lo menos había seguridad, ahora ya no hay ni eso. Si la situación no mejora pronto, volveré a la lucha armada. Más vale morir con un arma en la mano que vivir como un mendigo, pidiendo limosnas a los que se han beneficiado de la presencia extranjera”, dice el mismo veterano con convicción absoluta.
Mientras tanto, Sardar emplea el teatro como un arma provisional para seguir su lucha contra todas las formas de injerencia fundamentalista. De hecho, le gusta tanto su nuevo papel, que al final terminó como el personaje principal en una pieza de teatro que recorrió 11 provincias de Afganistán en 2008. La pieza, un monólogo llamado AH 7808, trata del doloroso proceso de recuperación de la verdad histórica después de 30 años de guerra. Un tema altamente sensible e inevitable en un país donde más de dos millones de personas han perdido la vida en las últimas décadas.



Para la gran mayoría de las actuaciones se eligieron lugares simbólicos que reforzaran el contenido de la pieza. Uno de estos lugares es el antiguo Centro Cultural de Kabul, levantado por los rusos y hoy totalmente destruido y convertido en hogar para centenares de niños de la calle y drogadictos de la heroína. La atmósfera es tensa.
Durante el primer acto, la esposa de un ministro se levanta entre gritos, rechazando la pieza por reabrir las heridas del pasado. Pide al público que abandone el local y salga con ella.
El público, unas cien personas, en su gran mayoría familiares de personas muertas o desaparecidas, no hace caso y decide quedarse para seguir revisando lo que para ellos nunca se ha ido: el dolor por la muerte de un ser querido. Entre lágrimas y gemidos, cada vez que un personaje lamenta la sangrienta historia nacional, la gente asiente con la cabeza, aplaude o pide que el Gobierno finalmente asuma su responsabilidad: encarcelar a los señores de la guerra, muchos de ellos hoy parlamentarios u hombres de negocios. Para otros espectadores, las lágrimas se transforman en rabia descontrolada.
“La pieza es una importante contribución a la construcción de paz en el país. Pero, a la hora de la verdad, ¿dónde están el gobierno de Karzai y la comunidad internacional? Son unos cobardes y mentirosos. En este país no hay justicia”, dice una señora entre los aplausos de sus compañeras. “Hay que organizarse y hablar con voz colectiva”.
Y esto es lo que ocurrió después de otra función, esta vez cerca de la ciudad de Bamiyan, donde los talibanes destruyeron los antiguos y gigantes budas en 2001: al terminar la pieza de teatro, la gente del lugar formó una asociación de víctimas de la guerra, a fin de reclamar y pedir que nunca se olvide el pasado.
“La pieza nos ha ayudado a superar el silencio impuesto por las autoridades y levantar nuestra voz colectiva para crear un país más justo”, dice el representante de la asociación. “Puesto que nadie nos ayuda, debemos nosotros encontrar formar de resistir la amnesia oficial”.

Bulle la creación escénica – No todas las iniciativas de teatro en el país tienen un declarado objetivo político. Hace poco que el teatro en general se está creando un nicho entre las actividades culturales más tradicionales, como la poesía o la música. La Facultad de Bellas Artes en la Universidad de Kabul está llena de estudiantes que sueñan con la carrera de actor en un país donde hace muy poco el mero hecho de escuchar música era ya suficiente para jugarse la vida. Hoy en día, existen decenas de grupos teatrales que interpretan a Shakespeare o las tragedias griegas, aunque todavía se censuran guiones escritos por autores afganos. De hecho, casi todas las producciones teatrales tienen que pasar por el Ministerio de Información y Cultura, lo que hace que el contenido de las obras a menudo se oriente a los deseos del ministro y la ideología oficial.
En los últimos tiempos también han surgido varias iniciativas de teatro de base que emplean métodos participativos y de emancipación, como el Teatro del Oprimido y el Teatro Espontáneo. Desde el verano de 2007, y a pesar de ciertos peligros para los integrantes, se realizan una serie de tentativas de aprovechar el teatro para trabajar con los grupos más marginados de la sociedad en varias partes del país, aunque como muchos proyectos, el foco geográfico han sido los grandes centros urbanos y especialmente la capital.
Los participantes son, en su gran mayoría, mujeres de todas las edades, muchas de ellas analfabetas y presentes sin el permiso de sus familias, pero muy entusiasmadas por aprovechar los espacios de libertad ofrecidos por el teatro. A uno de los talleres una de ellas no asistió por haber sido severamente golpeada por su marido, después de que éste se enterara de su participación secreta. Sin embargo, al día siguiente, la mujer volvió diciendo que no quería perder ni un día más su participación, ya que no se había sentido nunca tan respetada y libre como durante el taller.
Además de proveer de espacios de libertad, el teatro participativo fomenta el diálogo sobre temas que muchas veces no se discuten por miedo y desconfianza. Parecería que la gente se autocensura para asegurar su supervivencia. Hoy sólo hay una organización afgana –la Afghanistan Human Rights and Democracy Organization (AHRDO)-, que está intentando crear una plataforma para el teatro participativo.
Asuntos como la violencia doméstica, la corrupción gubernamental, los problemas étnicos o las tradiciones culturales son debatidos con fervor y pasión, aunque la implementación de soluciones concretas en condiciones tan adversas muchas veces parezca un sueño lejano.
Esa misma adversidad ha forjado una fuerza física y espiritual que ha hecho que la gente no se rinda ante nadie ni ante nada, desarrollando de esta manera una admirable capacidad de supervivencia, siempre con la esperanza de días mejores.
“Gracias al teatro participativo, tuve la oportunidad de contar la historia de la muerte de mis hijos por primera vez. Ahora me siento más fuerte y libre, convencida de que vale la pena trabajar por una verdadera democracia en mi país”, afirma entre sollozos una mujer de edad bastante avanzada.
“El teatro me ha ayudado a convertir mis lágrimas en energía para seguir luchando por una vida más digna”, dice Sardar, el ex guerrillero que, como reveló un día, perdió a seis hermanos a manos de un grupo islamista, apoyado entonce por los EE.UU.
Es éste el potencial transformador que tiene el teatro en tiempos de guerra. Es una auténtica arma para la transformación social y política. Hasta la victoria siempre.

Nadie se atreve a restaurar el Teatro de Kabul

Existe una compañía de teatro ligada al Ministerio, el Teatro de Kabul, que tiene actores de renombre y ensaya en el antiguo teatro de Kabul, hoy una ruina que nadie se atreve a restaurar, quizá por temor a verlo nuevamente destruido por algún acto de violencia. También existen varios teatros móviles que prestan sus servicios a las ONGs nacionales e internacionales, y que recorren el país con piezas esencialmente educativas, por ejemplo con temas relacionados con el cultivo y el uso de la droga. Estas piezas, por lo general presentadas en espacios públicos, atraen a una gran cantidad de gente, aunque no está claro si se trata de interés por el teatro mismo o por la falta de entretenimiento. La falta de entretenimiento es tan grande en todo el país que cualquier distracción, por nimia que sea, la gente la aprovecha para llevar sus vidas con un poco de alegría.

HJALMAR JORGE JOFFRE EICHHORN
(Director de teatro)
Artículo publicado en Diagonal, nº 111


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